domingo, 26 de abril de 2009

MÉXICO:INFLUENZA, EPIDEMIA Y MANIPULACIÓN

La epidemia de influenza o pese porcina en México ha desatado una psicosis colectiva por la falta de acceso a los medicamentos para combatirla, situación manejada y aprovechada por el gobierno.

Las enfermedades se combaten con medicamentos y con prevención. En el caso de la epidemia de cierto tipo de influenza, también llamada gripe porcina, que está afectando a México, la premisa que agrava el problema y que aterroriza a la población, no es evidentemente la existencia misma de la enfermedad, ni siquiera la falta de vacuna contra ella, sino el hecho de que la población no tiene fácil acceso a su tratamiento.

No existe vacuna para muchas otras enfermedades, que a la gente no aterrorizan porque tiene acceso a las medicinas o tratamientos correspondientes. Entonces, el problema no es, como se empeñan en probar los demagogos de la televisión al servicio del gobierno fecal, la inexistencia de la vacuna, sino el hecho de que aún cuando se sabe cuáles son las medicinas para curarla, contrariamente a lo que la lógica prescribiría, no se distribuyen ampliamente en farmacias, consultorios privados y hospitales, sino que el gobierrno ha advertido que no las repartirá de esa manera, sino sólo a los enfermos ya diagnosticados, pero sólo como un decir, sin que nadie tenga la certeza de que así será.

Y el hecho es que si una persona enferma de ese mal y acude a un médico, este le podrá recetar una medicina que no va a conseguir, porque está en manos del gobierno federal, y la opción que puede quedarle al paciente es, en el peor de los casos, ir a morir misteriosamente a un hospital público, donde quizás tampoco se le suministrará el medicamento.

Esto es lo que hace a la gente permanecer en sus casas, con cubrebocas, o salir a comprar cualquier antiviral, presa de un miedo, muy razonable, porque si se enferma de la mencionada influenza, y acude a un consultorio privado, o a una clínica, no se le van a poporcionar las medicinas.

Se trata de una especie de guerra bacteriológica del gobierno fecal contra el pueblo de México, y en particular de la capital, cuya sociedad siempre ha rechazado los proyectos derechistas. Obviamente, el problema, la epidemia existe, lo que el gobierno de Fecal está haciendo es agravarlo a un nivel mortal, al negar esa distribución amplia de medicinas antivirales. Se le dice al pueblo que las medicinas existen, pero no se encuentran a su disposición.

Se le transmite a la gente el mensaje de que, como si viviera en épocas remotas del ahistoria, lo único que puede hacer frente al riesgo de la influenza, es lavarse las manos (muy sana costumbre, sin duda, muy recomendable, pero existen tratameintos, por si de cualquier manera se contagia) y quedarse en su casa, evitar reunirse, etc. Como si no hubiera cura, porque ciertamente no la hay, para las personas, si los medicamentos no están disponibles.

En esa situación, cualquier enfermedad podría ser muy grave o mortal, basta imaginar lo que sucedería si se negaran las medicinas o tratamientos incluso para una diarrea, un resfriado, etc., si se le dijera al paciente que sólo en los hospitales, quizás, y tardíamente, se le podrá atender. Imaginemos que en esos casos se le dijera al paciente: no hay vacuna contra tu mal, y si enfermas, no encontrarás la medicina adecuada en las farmacias, porque todas las tiene el gobierno, y por ende, lo único que te queda es aislarte, lavarte y rezar para que no lo adquieras.

Mientras tanto, Fecal ha lucrado con la epidemia, queriéndose presentar como el gran caudillo, al grado de que, con bombos y platillos, hasta hace proliferar reuniones con sus funcionarios, las cuales no curan la enfermedad, como sí lo harían los medicamentes adecuados. Cabe esperar que en algún momento, surjan los spots de radio y televisión, de publicidad fecal, donde presente a ese personaje como el gran salvador contra la influenza, cuando en realidad, lo que su gobierno ha procurado es evitar que la gente pueda curarse fácilmente de ella.

Por el momento, su estrategia, muy cínica, ha logrado sembrar el terror entre la gente, principalmente de la ciudad de México, al grado de que muchas personas corren a las farmacias a buscar un tapabocas, como único remedio, según se le ha dicho, para evitar la muerte por influenza, que puede sobrevenir en cnco días, dado que el paciente no encontrará en el mercado las medicinas correspondientes..

Se han suspendido las reuniones públicas, muchas cafeterías están vacías, mucha gente luce preocupada, angustiada, buscando cómo protegerse, se han suspendido las clases; en fin, se está creando artificiosamente una atmósfera similar a la que puede leerse en los relatos de las epidemias a principios del siglo XX, o antes, en épocas enq ue realmente no existían los tratamientos para esos males.

Simplemente, porque lo que no se ha hecho, y no quiere hacer el gobierno fecal, es la única solución que daría salud y tranquilidad a la gente: recomentarle medias de prevención, pero darle la seguridad de que, si se enferma, podrá conseguir fácilmente el tratamiento adecuado, en cualquier farmacia o con cualquier médico.

A la fecha, si una persona acude con un médico, y este le diagnostica la enfermedad, no puede ya hacer nada, porque no dispone de la medicina para curarla.

Significativamente, esta situación, del terror inducido hacia la epidemia, surge precisamente en el periodo de una competencia electoral que la derecha ha tratado por todos los medios de anular, es en algunos aspectos simiar a la de la manipulación del narcotráfico por parte de Fecal: se crea una psicosis, se agrava un problema, y se niega a la vez su única solución posible, que en ese caso sería la despenalización de las drogas.

En suma, el problema de la epidemia es real, pero no lo es la carencia de medicamentos para ello, pues hay también una estrategia muy clara, de parte del gobierno federal, para usar ese problema como un arma física y psicológica contra la población.

El gobierno derechista le niega a la gente el derecho a la seguridad social, le arrebata prestaciones, trata de desmantelar la educación pública, y ahora hasta le escamotea las medicinas que pueden salvar su vida. Ciertamente, es una situación terrorífica, una guerra del gobierno contra el pueblo.

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